De cómo se va acabando tu primer amor

Este fin de semana aprendí algo importante: detesto el senderismo, dijo Felipe. La afirmación no venía de un lugar claro, era más bien una manera disimulada de empezar a hablar de un tema espinoso para él: la cada vez más inminente separación de Juli. Poco a poco se estaban haciendo más distantes.

Yo, como testigo al margen y como amiga consejera de tantas veces, quise permanecer imparcial y no simplificar lo que él estaba viviendo a pesar de que mi experiencia al ser mayor me permitiera ver claramente lo que estaba pasando. Tengo miedo de que eso se convierta en un problema entre Juli y yo, me dijo. Siguió: cuando el guía le dijo que se podía llegar a Lima con solo quinientos mil pesos se le iluminaron los ojos y yo me enfurecí por dentro con la simple idea que ella estaba gestando en su cabeza. La pensé egoísta. Seguro me iba a hacer ir hasta allá y si me negaba me lo echaría en cara.

No lo quise interrumpir a pesar del silencio que se hizo. Yo sabía que algo más venía dentro de la historia y así fue. Después de bajar la mirada y cogerse un poco las manos me miró y dijo: no sé por qué le estoy dando tanta importancia. No deja de molestarme. Esta tarde fuimos a cine y estaba particularmente frío con ella. Ahora me siento muy mal.

Se veía muy afectado. Felipe es tan joven y tan inteligente. Aún así esa inteligencia que necesita ahora no es la misma que lo lleva a destacarse en la universidad, ni a combinar tan bien las matemáticas con la literatura. Ahora sólo el tiempo le va a dar la experiencia para ver cómo se va su primer amor, para ver cómo se va Juli y estar satisfecho porque ya no la soporta, pero a la vez estar triste y sentirse miserable porque se dará cuenta de que se acabó algo que no se va a repetir así nunca más. Juli no tiene nada de malo, está creciendo también. Ya no es la misma niña que se hizo novia de Felipe en un pasillo del colegio. Pobre Felipe. Pobre Juli. Pobres todos.

Comentarios

Entradas populares