El encuentro con los suizos

Cierta noche iba en un bus. Era el día de la Ciclovía nocturna. Aunque tomar un bus no es cosa segura a esas horas, no había opción y la ciudad estaba extrañamente activa. Un par de extranjeros subieron y se fueron de pie. El bus se fue llenando y llegó al límite cuando un grupo de niños, acompañados de un par de adultos, entraron hablando duro y muriendo de risa.

La fascinación de estos niños con sus vecinos de bus, con cara de gringos, no se hizo esperar. Comenzaron las preguntas y los comentarios. Los niños vivían en Candelaria La Nueva (barrio popular al sur de la ciudad), según contaron, y de inmediato preguntaron a los suizos que dónde vivían. En la Candelaria, respondió el más conversador.

Los más pequeños se emocionaron al escuchar esto y preguntaron que en cuál Candelaria (son dos los barrios que comparten el nombre. Uno al sur, pobre. El otro en el centro histórico, destino turístico inevitable). Uno de los más grandes y la muchacha que acompañaba al grupo, respondieron antes que los suizos lo hicieran: -En el centro. Los extranjeros se quedan en el centro.

Al bajarse del bus en la Avenida Jiménez con 10ma, luego de muchas prevenciones y consejos de los niños (como señalar por la venta a un habitante de calle muy sucio, diciendo "Tenga cuidado con esos"), se quedaron conversando entre todos. El mayor de los niños, quien había hablado más tiempo con uno de los suizos, casi gritó: "Ja! yo si dije ¡Unos extranjeros en Candelaria La Nueva, qué tal!".

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