El cuento del cuchillo y la vaina


La Vaina y el Cuchillo no paraban de insultarse. La Vaina le reclamaba al cuchillo por meterse en cuanta vaina encontrara. ¡Perro infelíz, te metes en todas las vainas que se te cruzan!, decía furiosa la Vaina. El Cuchillo haciendo lo propio le gritaba a la vaina pues era una desvergonzada al permitir que muchos cuchillos se metieran en ella. La pelea seguía y un hombre que los escuchó se acercó dispuesto a pararlos. Los hizo callar y les dijo: el problema no es que tú vaina recibas a muchos cuchillos y que tú cuchillo te metas en muchas vainas, el problema es que se hayan prometido no hacerlo. O es que acaso ¿tú vaina, no fuiste creada para recibir cuchillos? y ¿tú cuchillo, no fuiste creado para meterte en vainas?

No sé si sea de Diderot o de dónde sea. Lo escuché en la Obra El Fatalista y su patrón, de Quinta Picota en Bogotá, Colombia y me dejó impresionada por la simplicidad de la metáfora y la fuerza de lo que abarca.

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